jueves, 6 de noviembre de 2014

Punto y aparte.

Sabes que es el final, cuando te quedas sin versos. Sabes que es un comienzo, cuando ya no duelen sus besos. Cuando tus palabras ya no dicen lo que la razón grita. Cuando ya nada quema porque el corazón se enfría. Sabes que es el fin, cuando amaina la tormenta. Cuando el temporal se vuelve brisa. Cuando las lágrimas se convierten en risa. Así es la vida, que va deprisa. Sabes que arriesgarse es hermoso, y a la vez letal. Que hasta el sentimiento más puro es intenso pero frágil como el cristal. ¿Qué me dices del placer de poder olvidar y mirar a los ojos a la realidad? ¿Qué hay de esas musas que te impedían estar vivo cuando todas tus excusas se convertían en motivos? Se marcharon con el invierno, que cuando se torna tierno derrite poco a poco el hielo. Despierta: deja que el drama deje tu cama para escaparse por la ventana. Recuerda: olvida. Y escucha, que ser feliz está en los matices: en ponerle mil colores a tu escala de grises. Porque al sumar las heridas y restar las cicatrices, si divides entre dos, solo quedan momentos felices. Y es que en esta locura que todo lo cura ambos tenemos parte de culpa: suena paradójico pero todo parece más lógico cuando me contradigo, no sé si me explico. Porque al final te quedas con las cosas buenas, mientras que las penas se desvanecen y vuelan; aunque estas rimas, en el fondo, todavía duelan.

Por suerte, este es el último dolor que ella me causa, y estos los últimos versos que yo le escribo.