"La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita". Pablo Neruda.
jueves, 8 de mayo de 2014
La soledad también se siente sola.
Llevo mucho tiempo intentando juntar estas letras con la esperanza de poder depositarlas algún día en el balcón de
tus pupilas. Y que al leerlas comprendas que todos los textos que nunca te he
escrito, de alguna forma, también hablaban de ti. Porque no hay nada más
sincero e implacable que el silencio cómplice que esconde el papel en blanco,
hambriento de historias y huérfano de versos, que nos impide gritar todo
aquello que llevamos por dentro. Que nos ahoga y no nos deja respirar, mientras
nos consumimos entre cuatro paredes con la esperanza de poder arrancar retazos
de poesía a un sentimiento condenado a muerte. Muerte, tal vez por eso de que
el amor cuando no muere mata, y amores que matan nunca mueren. Amores de esos
que te hacen volver a creer en las personas hasta que la vida se encarga de volver
a poner todo en su sitio mientras te rompe de nuevo en mitad del proceso. Algo
funciona mal, pensamos. O a lo peor funciona mal todo. La misma vida, que no nos
enseña a olvidar, pero sí a desaprender a marchas forzadas. A ser fuerte,
quizás un poco demasiado tarde. O a ser valiente, al menos lo suficiente como
para arriesgarlo todo una vez más por una persona que acabará
marchándose sin decir adiós. Y es de ahí, precisamente, de donde surgen las
estrofas más dolorosas, sí. Pero también las más hermosas. Porque la soledad, a veces, también se siente sola.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)