martes, 13 de octubre de 2015

Contigo quiero ser.

Seré breve: primero fue el desastre y entonces llegaste tú. No se me ocurre mejor forma de resumir esta historia. Que he reído contigo, que también he llorado sin ti. Que la vida me ha enseñado que solo sobreviven al abismo aquellos que se atreven a ser funambulistas para bailar con huracanes sobre una cuerda, floja, de esperanza. Así fue pues, como descubrí que hasta en la noche más fría de febrero se puede dar la vuelta al mundo con un beso y acabar en el Trópico equivocado.

Contigo recordé que andar hacia delante no implicaba dar dos pasos hacia atrás para tropezar, de nuevo con esa montaña de piedras que son los recuerdos. Que sobre el desamor, o como dejar de sentir cosas por alguien a marchas forzadas, ya tenemos demasiadas páginas escritas en forma de cicatrices a nuestras espaldas.

Contigo quiero ser la paradoja de cortarnos las alas para tocar el cielo con las manos, mientras el resto del mundo se pregunta desde abajo como demonios sobrevivimos cuando no teníamos a nadie más que nosotros mismos.

Contigo, simplemente, quiero ser. Abrazarte cuando estés triste. Mirarte hasta que sonrías y apartes la mirada o escondas la cabeza entre mis brazos. Besarte, como solo son capaces de besarse aquellas personas a las que la realidad todavía no les ha partido los labios en mitad de una tormenta.


No sé si contigo podré ser todo eso algún día, pero lo que sí sé es que, por lo menos, habrá merecido la pena intentarlo. Porque si de algo tenemos derecho, es a equivocarnos de nuevo.

...


Quiero darle las gracias (de nuevo) a mi amiga Clara. No dejéis de visitar su blog: http://lalenguaquemecomioelgato.blogspot.com.es/. 

Sin ella, este bonito vídeo (y quizás este texto) jamás habrían visto la luz: